sábado, 23 de julio de 2011

[Fallecimiento]


[Fallecimiento]

23 de Julio de 2011

A nuestro Pueblo.
A los ineptos políticos.
A los asesinos IBERPAPEL S.A.

Ayer murió Daniel Ortiz, tristemente recordado por ser un trabajador forestal intoxicado por trabajar con agro-tóxicos en campos de IBERPAPEL S.A., sí, la misma del terraplén ilegal de 8 km.
Ayer una familia se quedó sin parte de ellos, ayer se manifestó de la peor manera la crueldad de la explotación capitalista. Ayer sufrimos la incapacidad y la demagogia en un hermano de clase. Ayer, se reconoció la impotencia de no poder hacer nada ante los sordos y cínicos que nos gobiernan.
Daniel Ortiz, había venido desde Misiones a trabajar, como mucho de sus coterráneos buscando un mejor vivir, que a pesar de ser miserable, es mejor que la que les ofrecen sus feudos de origen. Daniel Ortiz, cómo muchos otros trabajadores, trabajó tercerizado para un contratista de apellido FERNANDEZ, de la ciudad de San José, familiar cercano de alguien de mismo apellido en la villa madre vinculado al gobierno municipal.
Trabajó en los campos de IBERPAPEL S.A., que contrata a los trabajadores en trabajos de riesgo a través de éstos contratistas, el trabajo de riesgo al que expusieron a este trabajador fue el de aplicar, con una mochila al hombro, agro-tóxicos por los campos de la empresa. Esta metodología, la de subcontratar a los trabajadores para trabajos estacionales y riesgosos, es la principal característica de que el neoliberalismo sigue vivo –a pesar de haber sido decretado muerto por el gobierno- y que permite a la empresa aumentar ganancias y disminuir los riesgos de cumplir con las cargas sociales y la salud de sus empleados, o sea, de hacerse cargo de sus trabajadores. La empresa gana, el contratista gana, el trabajador pierde, como siempre.
Daniel Ortiz, pago con su vida el costo humano de las ganancias de esta gente, de éstos verdaderos parásitos sociales. La trama suma a los supuestos representantes o vigilantes de nuestros derechos… el sindicato de la madera no hace ni hizo nada, ni por él, por Daniel, ni por la suerte que sufren otros trabajadores, como el caso de los trabajadores que la AFIP encontró en los campos de IBERPAPEL en febrero pasado, por la que debió pagar una multa –simbólica- mientras, para ellos solo murió un misionero, nada más. Cuando Ortiz comenzó a mostrar los síntomas más crudos de su enfermedad laboral –escamamiento de la piel- fue derivado a el hospital local, al de Colón, allí decidieron derivarlo, hasta que alguien consiguió una medicina que ayudó desde entonces –poco más de 2 años- a poder sobrellevar la enfermedad en la soledad de su casa, acompañado por sus seres queridos en su casa humilde de El Brillante. La misma que se inundó en la última creciente y debió abandonar con su enfermedad sembrada a cuestas.
El año pasado, como a esta altura, preocupados por el “problema ambiental”, el senador Arlettaz fue interpelado por los presentes, nosotros entre otros, pidiendo que se hiciera cargo o moviera los hilos, que tan bien mueven para otros intereses, por el bien de este hombre, que se busque la forma de pagar el medicamento que, en aquel momento costaba cerca de los $2.000, cifra ridícula si se piensa que es el senador quien consigue 70 millones de pesos para los ganaderos que se quedan con Swiff. Eso lo tenemos grabado, al senador comprometiéndose, pero quedo en la nada, ahora tarde, una muerte que se podría haber evitado fácilmente que ya no existe, Daniel Ortiz-tiene nombre y apellido, no es una estadística ni “un muerto”- falleció por la incapacidad de ésta gente.
Incapacidad de un estado que gestiona al pie de la letra los intereses de los patrones, pero solo en el discurso lo de los trabajadores, que se benefician de la sobre explotación, incapacidad de nuestro sistema de salud pública, que en vez de ver una persona de la que depende su vida, ve a un problema pronto a quitarse de encima, cual estorbo. Y de una empresa, que nos acostumbra a su soberbia, y que ellos son intocables, dejando detrás de si un camino de destrucción socio-ambiental.
Ayer 22 de julio murió Daniel Ortiz, murió un trabajador, siempre los que mueren de cosas horribles somos los trabajadores, ellos, los ricos y los poderosos mueren de enfermedades de su opulencia: colesterol, stress, etc, para nosotros son las amputaciones, las enfermedades que nos levantan la piel, nos rompen las manos y nos aplastan los gurises, como el chico de 14 años de hace un mes en Ubajay. Pero acá está todo bien. Si somos nosotros los que ponemos los muertos.
Una última observación, en este momento se está tratando en la cámara de los diputados de la provincia la ley sobre el uso de agroquímicos, esperamos que esto no quede en la nada y sea un antecedente. En especial de cara a que el que dirige todo no es otro que el mismísimo senador Arlettaz. Por otro lado esperamos que la ciudadanía se haga eco y sepa a quién no votar en las próximas elecciones, porque después, cuando los sufrimos nos entra el remordimiento, pero a ellos no.
Y lo ultimo-último, vimos hoy, con cierta gracia –como cada vez que aparece este simpático payaso- fotografías del candidato Marcos Luciani con el gobernador Pato Urribarri; Luciani, el mismo que fue el director del Hospital Público de Colón cuando Ortiz recurrió a buscar ayuda y lo derivaron para, literalmente, sacárselo de encima. Lo gracioso de la fotografía era ver a éste individuo levantando el puño izquierdo en alto ¡Baje ese puño señor! ¡Que le falta mucho para estar con el pueblo! Gracioso oportunista el tartamudo que nos convoca a las urnas.
Ortiz murió, pero su muerte no será en vano.


[Agrupación Hacha y Tiza!]

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