miércoles, 29 de septiembre de 2010
El papá de la criatura: de arribistas y enseñanzas Notas sobre el anuncio de demolición del terraplén.
El papá de la criatura: de arribistas y enseñanzas
Notas sobre el anuncio de demolición del terraplén.
En primer sentido, no podíamos quedar afuera de los que descorchan celebrando el anuncio de la lógica demolición y restauración del medio ambiente que se le solicita a IBERPAPEL S.A., y a riesgo de ser aguafiestas, repetimos: Anuncio. Mantenemos esa idea, pesimista de aquel qué se quemó con leche y ve la vaca y se espanta, y nos gustaría en algún momento poder compartir todos juntos una “jornada de conciencia y lucha ambiental” en el lugar dónde yacen los restos del humedal en el momento que se esté derribando el terraplén, creemos, que en ese momento, el descorche será más objetivo y sabrá mejor, lo que estemos compartiendo. Disculpen nuestro escepticismo expectante, pero así como fuimos testigos de la obra de teatro a la que nos tuvo sujeto el Senador Arlettaz al momento de plantearle la inhumana situación en la que está sumergido el trabajador envenenado por trabajar en estos emprendimientos, que se llevan todo y nos dejan la miseria, vemos el anuncio con cuidado. Repetimos, esperamos no ofender a nadie con esto, y en verdad nos alegra, pero cuando las máquinas destruyan ese símbolo a la incompetencia y complicidad del poder político, y a la falta de respeto al medio ambiente y a las comunidades que buscamos otra forma de vivir, ahí el corcho tendrá real sentido.
Suponiendo que “ganamos” ésta batalla -la “Batalla de Liebig´s” como tituló el representante de la pequeña burguesía sanjosecina- deberíamos hacer algunas observaciones y balances. Es de suma importancia comprender que lo que se logra o no es nuestra responsabilidad, y de las luchas organizadas que encaremos: hoy, la pseudo-democracia monopartidista que se ejerce en Argentina deja un lugar por dónde se filtran las demandas que el poder político no puede canalizar, por tanto, si “se hace algo” es por nuestra acción, que en búsqueda de encontrar respuestas utilizamos diferentes estrategias hasta que se logra lo se quiere. Tomando esta afirmación como axioma, la demolición nos corresponde a todos, y no a uno en especial, porque si es así comenzaremos a matizar y prácticamente, no hay nadie que se salve de alguna crítica ¿quién puede afirmar que: Urribarri, Raffo, Camejo, Jourdán o Arlettaz trabajaron ciento por ciento contra el terraplén? En diferentes grados cada uno hizo algo… no siempre bueno o a favor de la lucha. ¿Quién puede afirmar que han luchado por simple interés o respondiendo a las facultades concedidas como representantes políticos? ¿Alguien puede aseverar que no se busca un rédito político? Lo dudamos.
Por otro lado, y esto como una crítica a quienes viabilizamos las luchas: debemos crecer, no podemos detenernos a celebrar sobre las ruinas del terraplén, porque el simple derrumbe de ésta obra no es suficiente contra relaciones sociales de producción que atentan contra hombres y naturaleza para ganar más de lo que pueden gastar, es decir, hasta que no se comprenda que el problema es una totalidad que responde al sistema capitalista, seremos quijotes contra irresistibles molinos de vientos a los que queremos hacer frente con un caballo flaco y mal coordinado abajo. Con la metáfora del caballo nos referimos a las organizaciones que nos reúnen.
El movimiento ambientalista crece, en cantidad y calidad, pero hasta que no se adquiera una conciencia más elevada con respecto a cual es el problema y quién el enemigo, nos regocijaremos de superfluas batallas parciales: la extranjerización de la tierra, el envenenamiento de los trabajadores, la precarización laboral, la apropiación de las riquezas, la corrupción e incapacidad de nuestros políticos, junto a la destrucción del medio ambiente y la utilización de las luchas para fines electorales, no son problemas independientes unos de otros, sino, una interrelación necesaria sobre la que opera esta inmundicia económica que a todos nos perjudica, pero a pocos beneficia realmente.
¡Ganamos! ¿Quién sigue?
Notas sobre el anuncio de demolición del terraplén.
En primer sentido, no podíamos quedar afuera de los que descorchan celebrando el anuncio de la lógica demolición y restauración del medio ambiente que se le solicita a IBERPAPEL S.A., y a riesgo de ser aguafiestas, repetimos: Anuncio. Mantenemos esa idea, pesimista de aquel qué se quemó con leche y ve la vaca y se espanta, y nos gustaría en algún momento poder compartir todos juntos una “jornada de conciencia y lucha ambiental” en el lugar dónde yacen los restos del humedal en el momento que se esté derribando el terraplén, creemos, que en ese momento, el descorche será más objetivo y sabrá mejor, lo que estemos compartiendo. Disculpen nuestro escepticismo expectante, pero así como fuimos testigos de la obra de teatro a la que nos tuvo sujeto el Senador Arlettaz al momento de plantearle la inhumana situación en la que está sumergido el trabajador envenenado por trabajar en estos emprendimientos, que se llevan todo y nos dejan la miseria, vemos el anuncio con cuidado. Repetimos, esperamos no ofender a nadie con esto, y en verdad nos alegra, pero cuando las máquinas destruyan ese símbolo a la incompetencia y complicidad del poder político, y a la falta de respeto al medio ambiente y a las comunidades que buscamos otra forma de vivir, ahí el corcho tendrá real sentido.
Suponiendo que “ganamos” ésta batalla -la “Batalla de Liebig´s” como tituló el representante de la pequeña burguesía sanjosecina- deberíamos hacer algunas observaciones y balances. Es de suma importancia comprender que lo que se logra o no es nuestra responsabilidad, y de las luchas organizadas que encaremos: hoy, la pseudo-democracia monopartidista que se ejerce en Argentina deja un lugar por dónde se filtran las demandas que el poder político no puede canalizar, por tanto, si “se hace algo” es por nuestra acción, que en búsqueda de encontrar respuestas utilizamos diferentes estrategias hasta que se logra lo se quiere. Tomando esta afirmación como axioma, la demolición nos corresponde a todos, y no a uno en especial, porque si es así comenzaremos a matizar y prácticamente, no hay nadie que se salve de alguna crítica ¿quién puede afirmar que: Urribarri, Raffo, Camejo, Jourdán o Arlettaz trabajaron ciento por ciento contra el terraplén? En diferentes grados cada uno hizo algo… no siempre bueno o a favor de la lucha. ¿Quién puede afirmar que han luchado por simple interés o respondiendo a las facultades concedidas como representantes políticos? ¿Alguien puede aseverar que no se busca un rédito político? Lo dudamos.
Por otro lado, y esto como una crítica a quienes viabilizamos las luchas: debemos crecer, no podemos detenernos a celebrar sobre las ruinas del terraplén, porque el simple derrumbe de ésta obra no es suficiente contra relaciones sociales de producción que atentan contra hombres y naturaleza para ganar más de lo que pueden gastar, es decir, hasta que no se comprenda que el problema es una totalidad que responde al sistema capitalista, seremos quijotes contra irresistibles molinos de vientos a los que queremos hacer frente con un caballo flaco y mal coordinado abajo. Con la metáfora del caballo nos referimos a las organizaciones que nos reúnen.
El movimiento ambientalista crece, en cantidad y calidad, pero hasta que no se adquiera una conciencia más elevada con respecto a cual es el problema y quién el enemigo, nos regocijaremos de superfluas batallas parciales: la extranjerización de la tierra, el envenenamiento de los trabajadores, la precarización laboral, la apropiación de las riquezas, la corrupción e incapacidad de nuestros políticos, junto a la destrucción del medio ambiente y la utilización de las luchas para fines electorales, no son problemas independientes unos de otros, sino, una interrelación necesaria sobre la que opera esta inmundicia económica que a todos nos perjudica, pero a pocos beneficia realmente.
¡Ganamos! ¿Quién sigue?
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